Por Sergi Guardeño, socio de Assistec Gestcontrol SL.
¿Os suena el concepto? Dicen las malas lenguas, o las buenas, quien sabe, que muchos fabricantes programan o planifican la vida útil de sus productos para facilitar así una pronta renovación. Vamos que nos fabrican un electrodoméstico por ejemplo pensando en que dure X años y se aseguran de que antes de lo que sería normal, tenernos de nuevo comprándole la siguiente versión.
Hace días que ando pensando en este concepto, y lo aplico a mi negocio, a mi taller. Mis compañeros técnicos, yo mismo, tenemos una vida laboral útil de más de 20 años por delante, pero ¿Cómo vamos a llegar a ese momento? ¿Preparados u obsoletos? En cualquiera de las dos opciones, me surge una nueva pregunta, ¿a qué coste?
El coste de llegar al final de mi vida laboral obsoleto, pues enorme, lo tengo claro. Toda una vida de partirse el lomo y luchas contra las adversidades, que no habrán sido pocas, para en mis últimos años no saber gestionar ni reparar lo que entre por la puerta, años luchando para captar clientes y llegar un momento en que sea yo el que le tenga que decir, ”márchate que ya no puedo”, me da escalofrío solo pensarlo.
Y es más, llegará ese momento y como dice mi socio, tendré por delante una jubilación lamentable por haber cotizado lo mínimo y cerraré o traspasaré un negocio obsoleto y con clientes con vehículos antiguos y que repara lo que puede barato ¿por cuanto? Desde luego no pinta a que con eso me vaya a poder comprar un apartamento en Mallorca para pasar mis últimos inviernos al sol de las islas.
Así pues queda la otra opción, seguir en la guerra, pertrecharse para ello, cueste lo que cueste y a seguir.
Si, ¿tan sencillo? ¿¿podemos??
Recuerdo que en 2017 acudía a un congreso de cierre de ejercicio de una marca (top 5) con la que colaboraba en un proyecto consultivo de postventa. Allí el mayor responsable europeo de la marca en dicha área de negocio argumentaba que el fabricante estaba dispuesto a implementar un plan de acción y de desarrollo tecnológico en sus vehículos para blindar al cliente en la postventa, más por supuesto del periodo de garantía. El taller independiente nos explicaba, va a quedar fuera del 70/80% de los servicios de reparación. Fuera de la mecánica rápida no habría espacio, la conectividad, la diagnosis bajo licencia, la codificación de los componentes, la ciberseguridad ya se vislumbraba tras aquellas palabras.
No se yo si aquel plan malévolo va viento en popa precisamente, aquí seguimos dando guerra, y creo que, por mucho tiempo, este sector tiene futuro, sin duda SI. Pero es cierto que me planteo como decía, ¿a qué coste?
Es evidente que el coste de los equipos, el coste de las conexiones con el fabricante, el de las formaciones a nuestra gente, en todas las áreas de negocio por supuesto. Y sin duda, el coste mental que nos va a suponer estar despiertos y atentos, y hacerlo ya.
Debemos tener ya, febrero del 2023 un plan de acción, un plan formativo, un plan de inversiones detalladas. Que compraremos, que cursos haremos y qué queremos ser capaces de hacer en 2024, qué para 2025 y qué para 2030 como visión de negocio.
De lo contrario, el coste, el más alto de todos, será el de nuestro servicio. La caída de la calidad del mismo, aquel momento en el que baje el capó y diga para mis adentros “ni idea, que se vaya a la concesión” que nunca llegue, no llevo ya 25 años en esto para acabar así.
Yo no quiero quedarme obsoleto antes de tiempo, aunque parezca que se ha programado que así sea.
¿y tú?